Hacia 1535 los habitantes del pueblo de Grisel eran en su mayoría moriscos, musulmanes convertidos forzosamente al cristianismo, siendo muchos los que en secreto seguían practicando su antigua religión. Así vivía un rico moro llamado Hamet-Ben-Larbi, que en un día festivo, y no guardando el precepto cristiano de “oír misa los domingos y fiestas de guardar”, (según algunas versiones el día festivo era el de Santiago, otros la Virgen de Agosto e incluso el día del Corpus Christi) aunque tradicionalmente la fecha más mencionada es la de la Virgen de Agosto.
Ese día festivo salió el moro a trabajar con su criado a una era con el fin de trillar, al poco de comenzar la faena se oyó un gran estruendo y el moro, el trillo y las caballerías desaparecieron en un gran agujero que allí se hizo, el Pozo de los Aines. Los habitantes de Grisel asustados por aquel fenómeno lo atribuyeron a un castigo de Dios por trabajar en un día festivo.
Luego vino un geógrafo o algo así y dijo que si eso era una cueva y por culpa de la humedad, se derrumbó su cúpula, pero todos sabemos que está mal visto hablar de los moros ahora. Yo creo que allí abajo están los restos de Hamet-Ben- Larbi, de su criado y de las mulas.
La fosa de los Aines se encuentra en Grisel, al lado de Tarazona en las faldas del Moncayo.